Inhala y exhala el humo de la vida y en un suspiro se te escapa de los labios.
Piénsame, pues leerme lo puede hacer cualquiera. Que lo fácil es dejar atrás pero no mirar hacia delante.
Que con el “tic tac” de las manecillas de tu corazón, entre latido y latido se nos escapa una vida.
Quisiera tirarme desde un precipicio. Y sentir la caída libre de tu labios a tu pecho. Luego deslizarme suavemente por tu barriga, con ese piercing que me vuelve loco.
Quien lo iba a decir. Sin un duro y ¿que hago? Soñar, que es lo único gratis.
A regañadientes tuve que dejarte ir, para poder recuperarte. Puesto que de la misma manera que no aprendes lo que ya sabes, no puedes recuperar lo que ya tienes. Y esto duele.
Y ahora ¿que me queda?
Cenizas de recuerdos en el susurro de la suave brisa madrileña.
Solo espero poder volverte a ver.